En la ruta de aquellos almendrados habita esa alma sutil de la existencia sin nombre y sin explicación.
Recorría el camino de la ilusión que su presencia inusual estremecía a las flores más bellas del campo.
Era inexplicable…
esa alma que rondaba sin falsedad y nada más que brindando paz y armonía,
enterneciendo con su luz así como si nada solamente creando fantasías.
Alma refinada y sigilosa siendo confidente de los desamparados…
alma gloriosa y bondadosa, acompañante de los desgarrados.