En esta segunda vida
voy a envejecer lentamente,
los amores serán lentos y difíciles,
serán.
Y soñaré porque tu elegancia durmiendo, provoca el sueño.
Tus brazos en los costados, tus piernas recogidas en un palmo.
Y despertar y ver que no estás, saber que no te has marchado, solo te has alejado al cuarto de al lado.
Y conquistar la cama de nuestros ruidos, arrodillado el silencio solo queda el sueño.
El esplendor efímero de otro día de menos.
Y si empezamos desde el principio para repetir lo que nos vimos, lentamente,
sobre la cama,
la carne,
el delirio,
el brillo de los sueños,
asomados al precipicio,
todo,
y alzo la mirada,
y veo el mar,
su profundidad,
su abismo,
su sinceridad.