Enfrente del océano cabalgas
y a lomos de un corcel vas desfilando
en medio de una playa que, soñando,
admira que, en su arena, sobresalgas.
De púrpura y granate son las algas
que el mismo Poseidón te va tintando
mezclado en su oleaje, murmurando,
que dejes tu caballo y con él salgas.
Respondes, inmediata, con bravura
negándole tu ajuar al pretendiente
que busca destronarte de amazona.
Intrépida relincha tu montura
y gozas de un reinado independiente
asiendo, por las bridas, tu corona.