Jordi Etresi

LA MONTAÑA RUSA


La montaña rusa

 

 

Ahí estaba ella con sus subidas y bajadas vertiginosas, su carril de aceleración transportándome a través de sus vértices mas altos hasta la cima, su estructura llena de curvas, hacía apetecible sentir sus emociones intensas llenas de loopings y giros postulares, si yo era el tren, ¿como no iba a someterme a sus malabares movimientos de carácter intenso?.

 

Con la adrenalina suficiente me dispuse a dejarme llevar aferrado a los railes de sus piernas de acero. De manera imponente y tentadora, me vi sometido a alturas elevadas, mi excitación máxima doblegaba mi ser en sus descensos sin alientos y sus vértigos insospechados me revolvían a través de sus movimientos altamente inversivos.

 

Ni yo mismo podía imaginar que la montaña rusa descrita era humana, con formas de mujer, los vagones transformados en mis manos podían recorrer sus parábolas, círculos y curvaturas, esos dedos pasajeros soñaban con deslizarse por sus resbaladizos toboganes descendientes y mi cuerpo a flor de piel, era sometido a los vaivenes suicidas de su recorrido.

 

De una manera excitante, sorprendente y emocionante, si verla daba vértigo, sentirla me dotaba de una locura contagiosa que era imposible de no volver a repetir, así me hacia sentir viajar por su cuerpo, como un tren sin control a punto de descarrilar.

 

La vida es una autentica montaña rusa llena se subidas y bajadas, como lo eran sus besos ascendentes al borde cielo y descendientes hasta el mismísimo infierno.

 

Ella sabia que no existe adrenalina sin la inyección de momentos trepidantes.

 

El sabia como enloquecerla poniendo  su tranquilidad al borde de la locura.

 

Ambos sabían vivirse, porque morirse ya sabia hacerlo todo el mundo.

 

 

 

Jordi Etresi

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