Tantas inútiles lágrimas derramadas
Tantas secretas palabras guardadas
Tantas largas horas de terapia
Cuarenta años de aquella siesta de verano
tu mechón rojo en la frente
tu risa burlona
y esa mirada ...
Esa mirada
que bloqueó todos mis sentidos
El universo se detuvo en ese instante
te amé con mi corazón de niña
y no lo supe
salí corriendo, hui...
hui de tu mirada
Aún quiero escapar,
aún me cuesta sostener esa mirada,
aún me tiemblan las piernas
las ideas se bloquean
las palabras desaparecen
y la culpa es de esa mirada
Te amé con mi cuerpo virgen
y no pude decir que te amaba
hui de ella, sentí vergüenza,
vergüenza de tu mirada.
Te amé con mi experiencia de mujer
me desarmé en tus brazos confiada
pero se encendió la luz
y corrí lejos de tu mirada
Te amé tantas veces
y de tantas maneras,
en sueños y en vigilia,
en fiestas familiares,
en reuniones de amigos y en funerales.
Siempre en silencio
escondiéndome de tu mirada
Hoy nos encontramos, otra vez,
con los pies cansados
y me preguntas por qué huyo
Hoy, con la serenidad de mi vejez
te confieso que siempre me alejó tu mirada
Te sorprendes, lloras y te ríes
me pides que sostenga tu mirada
que es la de siempre,
la de aquel joven en la siesta de verano,
que busque en su interior,
que no me asuste su vehemencia
que no huya
porque su mirada
sólo quería decirme ...
decirme que me amaba.