Versátil Eros, diocito, niño alado y arquero
monarca sutil de las flechas amorosas
absolutista de la exacta puntería del guerrero
o de los fallidos envíos a esquivas mariposas.
Heriste al divino Apolo con saetas puntas de oro
y a la hermosa Dafne el frígido flechazo plomizo.
Varón enamorado, celo y arrebato de un toro;
pobre ninfa, sufriente repulsión por el maldito hechizo.
Quiso lo suyo muy erotizado el Dios de la gnosis
con la bella en veloz y célere fuga del áureo coronel.
Apenas alcanzada, piedad de Zeus…y ¡metamorfosis!
trocada la bellísima niña en victorioso laurel.
¿Cuántas intentos de Cupido son aciertos?
Cuántas sus locas y trágicas hipnosis
de logrados amores inciertos
¡...ó coronas laurelinas en apoteosis!