Disparas en la densa madrugada
rechazos que me dan la extremaunción
y altiva le destruye tu mirada
la sangre a mi inocente corazón.
Sollozo con el alma desgarrada
directo a dirigirme a un paredón
y enfrente de tus ojos, sin ver nada,
observo con terror mi ejecución.
A todas mis plegarias las ignoras
gritando un atención, apunten, fuego,
repleto de soberbia en tus pupilas.
Piedad por mi desdicha no atesoras
y vanas son las súplicas de un ruego
que advierte, que al amor, me lo fusilas.