Se despiertan recuerdos dormidos
al llegar de la noche el silencio;
y parecen pequeñas arañas,
tejiendo mis versos
Se deslizan con tenues suspiros
añorando los tiernos anhelos,
que causaron las dulces caricias,
de amores primeros.
Aletean en loco delirio
con cadencia de mágico péndulo,
que dejara prendido en mis labios,
la miel de embelesos.
Aparecen los ojos tan vívidos
que alumbraron con regios destellos;
el jardín de pasión cultivado,
con lirios de fuego.
Y las bocas repletas de vinos
que palabras de amor me dijeron;
las escucho serenas y cálidas,
igual que un arpegio.
Y al mirar de la luna su hechizo
evocando magníficos cuerpos;
en el alma me nacen las rimas,
que vuelan al viento.
Autor: Aníbal Rodríguez.