Eres esa
que quiero ver cuando me despierto, cuando sueño esporádicamente con proyecciones a futuro,
esa forma que es probable no me incomodaría tocar,
besar y amar, por un largo tiempo, en el día a día de la vida fugaz o eterna...
Eres esa
misma que en mañanas se despierta hecha un rabo de nube, llena de un sin fin de energías,
reactiva por el tiempo que le tome a tú cabeza, a cualquier cosa que cumpla el fin de cocinar,
al fuego, el agua hirviendo y al café en convertirse en una mezcla heterogénea, que en el fin ultimo será homogénea,
tomas la taza con las dos manos, la soplas, esperas que pierda temperatura al punto de enfriarse que en
ocasiones se pudiera creer que no la tomaras pero a partir de ese momento en dónde esa sustancia morenita
parecida a ti toca tus labios y entra a tú cuerpo dejas de ser ese rabo de nube,
en ocasiones acompañada de alguna galleta que humedecida en ese liquido hacen
que puedas volver a tú etapa humana, un poco abstracta, impetuosa al punto de ser increíblemente fascinante,
interesante, oscura, misteriosa, llena de pequeños secretos sumamente valiosos para ti.
Eres esa
sorpresiva cuando pasas de ese estado a ser rabo de nube, pero está vez no es corporal,
es solo en la mente en tú cabeza, que repletica de cabellos largos,
ondulados y crespos que me tienen enamorado, entra ese torbellino intangible de pensamientos,
de ajustes, de planes, sueños y proyectos, tomándote un tiempo que hoy aprecio más en reajustarte
luego en una especie de Danzan y en ocasiones de puntillas tomas marcha a otra taza de café,
aún sin terminar la antes servida, tú despertar se convirtió en un domo de pensamientos con aroma a café.