La vida es río,
inicia su viaje cristalino,
en forma juguetona
va conociendo el camino;
paso a paso,
empieza a coquetear
con la impureza
hasta enturbiarse.
Momento dual,
lucha permanente del ser,
coexistencia interna,
integración eterna
que se vierte lentamente
en la inmensidad del mar.
Abandono
del vestido de la incertidumbre
para trascender al conocimiento;
dejando correr
el velo de lo oculto.
La vida es amor,
don fantástico
que llega como el viento
desde cualquier lugar;
soplando con ternura,
con suavidad,
nuestra existencia.
La vida es ave multicolor
que ha viajado
a través del tiempo
para encontrar siempre
entre entes con senderos distintos,
un nido definitivo.
La vida es caminar
por veredas tantas veces recorridas,
oculto entre los escombros
de palabras,
creencias
e idealismos,
completamente desgastados
por la interacción humana.
La vida es reencontrarse
en cualquier rincón del cósmico
con un gran desconocido,
nuestro eterno YO.
Ahora,
retomo mi senda,
mi aprendizaje,
llevando en mi mano izquierda
una tierna flor;
en la otra,
tu mano
que me guía a caminar libre,
a capturar los instantes de felicidad,
a ser velas
que se consumen
para dar luz
a quienes nos rodean.