Al final de aquel estante, entre polvo y olvido
se encontraba un libro viejo de hojas amarillas
esperando con ansias ser escogido por alguien
que supiera apreciar una lectura interesante.
Cada vez que alguien entraba en aquella librería
el libro abandonado esperaba con ilusión
ser elegido, por fin, para cumplir su misión,
la de dar distracción a cualquiera que lo leyera.
Sin embargo el tiempo pasaba y él seguía ahí,
solo, sumido en la tristeza y la desesperanza,
únicamente acompañado por la soledad
que en silencio le gritaba ser su única amiga.
Un buen día, alguien se acercó sigilosamente,
tomaba libros y los regresaba a su lugar,
miraba en todos los estantes sin nada encontrar,
decidiendo irse de allí con las manos vacías.
Ya se alejaba cuando algo llamó su atención,
giró de vuelta sobre sus pies y volvió al estante;
el libro se emocionó al sentir aquellas manos
limpiando la gruesa capa de polvo que lo vestía.
Despacio y con calma, los dedos movieron sus hojas
deteniéndose a ratos, para luego continuar...
Entonces se sintió volar entre aquellas dos manos
que abrazándolo lo llevaron a su nuevo hogar.
Desde entonces fue el libro más feliz del mundo entero,
reposando en la mesita de noche y esperando
a que la hermosa mujer que un día lo rescató
lo tomara y leyera cada una de sus letras.
Anna Gutiérrez.