Liaazhny

La matlazigua

Esta anécdota se la escuché contar a mi mamá tiempo después de su separación de mi padre, ella decía que él en sus mejores tiempos fue muy enamoradizo y que cualquier compromiso (así le decían a las fiestas o fandango a los que tenían que asistir por invitación) los aprovechaba para escaparse por ahí.

En esa ocasión, cuentan que fueron a una boda, que empezó a llover y que hacía falta pan, fue cuando mi padre se ofreció para ir a buscarlo a la casa del panadero. Así fue dijo ella, tomó una bicicleta y salió, lo malo, que tardó mucho y ella empezó a preocuparse, ya casi amanecía cuando por fin regresó, todo arañado de los brazos y lleno de lodo, al preguntarle que sucedió, el le dijo que ciertamente había salido por el pan y que ya cuando salía lo tomó del manubrio de la bicicleta una señora a la cual nombró y que le dijo que ella lo acompañaría para que regresaran pronto, entonces mi madre lo interrumpió diciendo:

-Estás loco, esa señora jamás salió de aquí. Él con tristeza le dijo que lo sabía,¿ Entonces? preguntó angustiada mi pobre madre ¿qué pasó? Pues yo creyendo que era ella me baje de la bicicleta y nos fuimos caminando, ella platicaba y platicaba, pero después de un rato me di cuenta que ya habíamos caminado mucho y no llegábamos a casa del panadero, por eso le pregunté que a dónde íbamos, que ya habíamos caminado mucho, sacando al mismo tiempo un cigarro que encendí, entonces bajé la mirada y vi sus patas, eran como las del pollo pero más grandes, ella al verse descubierta trató de aventar me al agua, era la laguna donde un poco después falleció ahogado un joven, forcejee con ella y al echarle en la cara el humo del cigarro se esfumó, fue cuando me di cuenta que estaba a las orillas del pueblo muy desorientado, saqué otro cigarro y empecé a fumar por todo el camino, pensando que así me protegería de ella.

Al terminar de contar esta historia, las personas con las que estaba le dijeron que la mujer que se lo llevó era la “matlacigua” que ella odia a los hombres y que se hacía pasar por la mujer a la que el hombre le gustaba y que generalmente los mataba, que esa era la forma de matarlos, ahogándolos o tirándolos del cerro.

Cuentan que mi padre tuvo suerte porque traía cigarros, pues el olor a la matlacigua le hacía daño, que si no, nunca hubiéramos sabido de esta historia.

Mi madre entre coraje y otro sentimiento encontrado dijo: -Grandísimo cabrón bien merecido tuvo con el susto!!