Tan fresco el mar de tu mirada
cómo ardiente, constante amor,
Comisuras palpitantes, deslindantes
de todo fervor; acumulado en años,
temeroso a la ventura silenciosa.
Iris ardientes, agonías constantes,
desmesura radiante; grandes llaves
de mi alma.
Hermosos gemelos colindantes,
Siempre tiernos, vivaces, frágiles.
Resguardo de mi alma, vida y pensamiento,
Semejante a no mirarlos, la muerte.