Amor, esta vez no quiero tocarte, solo quédate a mi lado, a mi espalda, al frente, o donde quieras, pero quédate. No me dejes de nuevo peleando solo contra mi conciencia. No soy una buena compañía, no soy inteligente y me trabo al hablar cuando intento decir algo interesante, pero te prometo que te veré a los ojos cuando tú decidas abrir la boca. Nena, hoy no quiero tocarte, pero sí deseo que tu respiración esté cerca de mí cuando venga la tormenta de nuevo. Son las 11:44 y ya se escucha el viento dentro de la ventana. Cariño, esta noche no quiero tocarte, tengo las manos cansadas. El cuerpo me duele de tanto pensar, hoy solo quiero ver tus medias cercanas a mis pies fríos. Esta noche ya no quiero pensar, no quiero que haya yo, solo tú. Quiero sentir tu calor sin tener que tomarte prestada. Olvidemos que estamos vivos, que la ciudad se cayó de rodillas y que el tinto se nos hirvió por estar distraídos mirando al techo.