Tarde de domingo,
se empapan los ojos
de vacua amargura,
de lluvia y de lloros.
¿Por qué los sonidos
del cálido arroyo
evocan suspiros
y tiernos sollozos?
¡Es melancolía!
lamento tan hondo
del abatimiento,
de tocar el fondo.
Está ebrio de lágrimas
el cielo medroso,
el alma angustiada,
y el corazón roto.
Amarga por dentro
el contrito otoño,
pueril languidez,
desánimo sordo.
¡Ay, vasta nostalgia!
patente de corso
de pena y tristeza…
de sentirme solo.