Beatriz Hernando

La noche oscura del alma

Cadenas milenarias

oprimen nuestra alma

hacia carencias paralelas

tenidas por verdaderas.

 

Esclava del falso realismo,

atrofiada, ensimismada

a vivir dormida aprendió.

 

Un espejismo de luz se cernía sobre ella

hasta que al fin vio lo que era

pues tan solo eso, un espejismo era.

 

Como tal se fue para no volver,

el ocaso se puso en ella,

tras de sí la más absoluta tiniebla.

Perdida se sentía,

sola se veía

ante lo que había sido una mentira.

 

Ciega como estaba comenzó a sentir

sonidos nunca antes habidos por ella.

Por vez primera comenzó a sentir

su propia piel, su respiración,

el latir de su corazón.

 

Algo nuevo empezó a surgir,

sus ojos en la negrura atisbaron una luz,

una luz que bullía de su interior

para iluminar todo en derredor.

 

Así en sus tinieblas despertó,

y ante sí su camino vislumbró.

La consciencia resurgió,

y la luz propia la invadió.

 

Pues vagando por una eterna cruz

al fin encontró su luz

en esta noche oscura

de nuestra alma profunda.