Como pesaba el tiempo
en el angosto agosto
de mil novecientos.
Hace ya tanto tiempo
que apenas son recuerdos,
son olvidos queridos.
A los que he sobrevivido,
con paciencia mineral,
las soledades impuestas, inquietas
La muerte amenazante, queda quieta esperando respuesta.
Retrocede desengañada.
Mis inciertas pupilas me delatan y así todos los días de ese agosto bochornoso.
Hace ya tanto tiempo
que mil novecientos se transformó en posibilidad,
Hay hombres que son piedras y no contestan.
Hay mujeres y sibilas excelsas
que lloran cada mañana y se levantan y sueñan.
Hay quienes creen que la vida no acecha que no les toca sufrir ni decidir,
viven sin tragedias.
La vida ya no acecha, la vida se impone.
La esperanza vino después,
de frente,
como el temeroso enamorado
buscando su primer beso.
Más deseo,
las flores frescas, el olor a savia nueva, margaritas blancas, en sus ramos eternos.
Quiero más,
las palabras de seda, nunca oídas,como música de fiesta.
Hace ya tanto tiempo
que desde las palabras
cumplo mis sueños,
siento el sosiego
el rumor de los versos.
La noche vendrá
pero no convencerá
nunca más.