Tu linda cara parece oro y grana
como el trigo entre las amapolas,
tus ojos, esmeraldas en las olas
que el nacer alegran de la mañana.
Tu voz, dulce fluir de la fontana
y salado eco de la caracola,
es la más resplandeciente aureola
que jamás ciñó belleza humana.
El tornasol de tus rosadas alas
se refleja en la dorada alameda
como las blancas notas de un violín.
En la alborada un vaho azul exhalas
que embruja mi alma con suave seda
y la eleva hasta el último confín.
Aromas de nostalgia