La espalda suscita universos.
Es igual que un cuerpo sin ombligo.
O una cerradura despierta, activa.
Su última luz periódica, gestante.
La espalda, identidad perdida, demora
su lugar, corrompe el trigo seco y el frío
lo devora.
La lluvia se acantona tras la espalda.
Es como un río que surgiera monótono
de las llanuras, de las mesetas.
Es como yo, que doy versos y no los
digo.
Es buscar las estrellas, aunque se vean.
Tenemos la misma espalda en estos arroyos.
Terrestre captación de sombras, perpendiculares
sollozos como arañas. Paladares llenos de sonrisas.
La misma.
Aunque miles de ojos nos separen y diferencien.
De heno están hechos mis ojos, sí, tan ciegos.
Qué es el cuerpo, ese fragmento oscuro?
Dispuesto entre dios, si existe, y la universidad,
el instituto, o los dientes, las encías.
Es buscar estrellas en ese cielo inmenso
de cualquier ciudad.
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