De ti hoy sólo tengo
las manos vacías,
el recuerdo de tu pelo
y una sombra en la pared.
Como la arena de la playa
que en mis manos se desgrana,
tu evocada presencia,
de mi mente, se aleja lenta…
La estrella que en cada anochecer
vestía de besos y de sueños
colmando de amores y de flores…
me ha dejado, sin calor el de su nívea tez.
Antes que el invierno llegue,
como las migrantes grullas
abandoné mi morada…
¡Te encontré y la pasión en ti!
Dirás que no es amor el que me diste
que sólo fue un estar y nada más,
que pasaste cinco años de tu vida
alegrándome la mía.
Tendrás que decir también…
¡Quién te enseñó a besar!
¡Y quién, el dueño…
de los albores de tus primaveras!
Flores que en mis manos
de su tersura me regocijé,
y de sus olores, todos…
como un loco disfruté
Hoy me sobra el tiempo
y en dulce agonía vivo contemplando
lo que por casualidad tu me dejaras…
una sombra en la pared.
Delalma
Viernes, 06 de agosto de 2010