En la garganta
tenía las espinas
de alguna rosa.
Viejos recuerdos
de flores marchitadas
en el otoño.
Aquellas tardes,
lozanas y con brío,
atrás quedaron.
Y se durmieron
los ojos suplicantes
de unas caricias.
Fueron migajas,
rescoldos de un verano
de juventud.
Algunos bailes,
palabras y miradas
en romerías.
Así nacieron
preciosos sentimientos
con mil caricias.
Y nos besamos,
en tardes y en las noches
bajo la encina.
Pero los años,
y el tiempo, no perdonan...
(Nos separaron).
Hoy es presente
y miro aquel pasado
como algo tierno.
Algo precioso
surgido entre dos almas
y que viví.
Ahora me quedan,
los versos y un poema
de tus pupilas.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/04/20