La prisa que cobija cada vida
la deja en abatimiento,
está por lo superfluo embrutecida,
la frustración va en aumento.
Cuidado si soltamos nuestra brida
y se tiene un cruel lamento
que deja la conciencia compungida
y al corazón sin aliento.
Vamos por derroteros inexactos
provocando el desaliento
que pierde de la vista los impactos.
Por ese actuar macilento,
debemos cuestionar todos los actos
a tenor del fuerte viento.
Salgamos del segamiento
y que vengan muy pronto los albores
que logren germinar nuevos valores.