No fue el canto de la oropéndola
lo que escuché al nacer el alba,
fue la sonrisa de tu voz
que alegre a mi oído cantaba.
En las calmadas horas de la noche,
cuando tiemblan las estrellas lejanas,
el aroma de un amor me sumerge
en un jardín de luz y calma.
Una amena voz me seduce
en las olas de una remota playa
y su canto de sirena me lleva
a un paraíso de nostalgia.
Fue la sonrisa de tu voz,
con su blancura y su elegancia,
la que me despertó con su canto
en el dulce nacer de la alborada.
Aromas de nostalgia