Sadán era un perro negro azabache,
con ojos de perro bueno, alegre,
y muy celoso, nunca dejaba que nadie
se acerque hasta donde yo estaba, ni su madre
la perrita Serafina, ni mi gato favorito
ni el vecino ,ni tampoco la familia.
Se creía extensión mía, donde yo estaba
el estaba, debajo de la silla donde yo me sentaba
al lado de la cama donde yo dormía.
cuando mi padre le decía "donde está el perro bravo"
el ladraba, y se hacía el que perseguía a los gatos
para defender a los pajaritos negros
que conservaba papá, era un perro muy genial.
se creía un gran caballo, corría como caballo,
saltaba como caballo, y cuando yo le decía
"haber, hagase el caballito" en dos patas se paraba
y las otras dos movía, igualito a los caballos.
Hasta a misa me seguía, y en el momento
de recibir la comunión, se ponía al lado mio,
el cura mal lo veía, pero igual el qué sabía?
¡Ay! mi Sadán, mi perrito consentido,
todavía de ti no me olvido.El día que te perdiste
por todas partes te busqué, no sabía donde ir
no quedó de ti ni el rastro, y hasta en sueños te busqué
te veía flaco, enfermo, y tristón en la puerta de la casa.
¡Ay! Sadán mi perro fiel, nunca te volví a ver.