Leomaria Mendes

?Envenenándonos poco a poco, por la vanidad?

¿Cuántos detalles de nuestras vidas despreciamos, a causa de nuestras vanidades?

¿Cuántas personas menospreciamos, a lo largo de nuestras vidas, por infravalorar el valor de un ser humano?

¿Sería la vanidad como este envase de veneno, para la muerte espiritual, que descompone nuestra vida, a un estado de putrefacción humana?

Vivimos en una era, donde el verbo humildad, está siendo sustituida, por el verbo egocéntrico. Donde pisotear a otros, es un juego respetable, si así llegamos a la cima y cantamos victoria.

Estamos aceptando la condición, de desechos humanos justificados, en el objetivo del poder.

“El Poder sobre los demás”

La falsa adrenalina, que intensifica la falsa satisfacción de victoria, por hacerse notar y prevalecer nuestro sobrevalorado valor al mundo, es como una droga de diseño, para nuestra propia destruición.

Nos vamos desnutriendo de humanidad, para llenar nuestras panzas con la vanidad de las vanidades.

Y aunque…

Una pequeña parte de esta humanidad, ya desinfectadas, tomen la decisión de hacer llegar a otros, el conocimiento de que existe un antídoto, para este veneno ¡muchos lo rechazarán!

Solo por el hecho de que este antídoto, se llama;

¡Jesús Cristo!