La luna fue testigo de tu sueño y el mío
cuando el río corría y nuestro amor entrelazaba
y las sombras se esparcían entre los ramajes de los pinos
dejando un espacio para a nuestros besos señirnos;
en un abrazo cálido que se dan los amantes
entregándose ternura y pasión desbordante;
nos cruzamos en el dulce decir de la noche
y la luna se expandía cual hechizo sobre el bosque;
abriendo los canales para llevarnos al nirvana
con ese paso lento del morir de las tinieblas
hasta que el día ríe y se engalana
alcanzando el cielo azul y el calor de la mañana.
Este amor que cabalga a pelo y sin mesura
lleva el tiempo en su anca con la esperanza que emana
como eco que resuena y se repite al instante
entre tus palabras y las mías en el amor sembradas.
La luna fue testigo de tu embrujo que no olvido
dejando mi alma llena y con caricias cuajadas.
Yamila.