El ciclo de la vida es complicado,
cruel,
difícil de entender habitualmente.
Dolor, pasión.
dolor, mentira.
dolor, amor.
¿Quién quiere conocer las verdades ocultas del destino?
¿Porqué y para qué?
¿Acaso importa?
Si, el ciclo de la vida es complicado.
La existencia en sí misma,
quizá carezca de sentido.
Ese motivo incomprensible de la vida,
esa mi eterna duda,
desaparece en tu blanca barriga,
cubierta de pecas,
dulce y blanda.
En tus ojos no caben las preguntas.
Pequeña sabia, de pupilas enormes,
y larga lengua, húmeda y caliente,
que en silencio me lames las heridas de ayer, de hoy y de mañana.
Sé que pocos entienden este profundo amor que te profeso.
pero tú estás aquí.
Siempre lo estás.
Me buscas con constancia.
Todos los días,
tumbadas bajo el sol nos calentamos los huesos.
Me observas .
¿Sabrás acaso que te quiero?
¿Sabías pequeña que pocas cosas permanecen?
Los muertos incluso pocas veces permanecen.
Aunque sean nuestros muertos,
sangre propia,
en vida amados con locura.
los olvidamos siempre.
Y es que el género humano
olvida lo que es bello,
confunde las palabras, sentimientos, recuerdos....
Por eso siempre huimos,
o intentamos huir,
marchando en busca de un edén que no existe más que en sueños.
Pero tú estás aquí.
Tu negro hocico me busca,
tu olor me tranquiliza,
tu suave pelaje,
tu perruno olor,
tu cercanía,
toda tú, atada a mí por ese fiel amor
y por amor amada.
Y entonces se produce un momento sublime:
tu mirada de amor, de cariño del bueno,
de puro amor perfecto y verdadero,
que me ama tal cual soy,
que me ve de verdad,
y solo entonces el ciclo de la vida,
de mi vida, cobra el sentido de lo eterno.