Alguna vez vi correr un maravilloso río
De aguas diáfanas, puras y transparentes
Como los sueños primigenios
Parecía reír, cantar, recordar…
Qué tiempo de vigor en plenitud
Como los albores de los mundos
Con su cauce amplio
Custodiado por roca firme
Adornado por vegetación colgante
Siempre fresca, siempre extensa
Que parecía velar por las poblaciones en derredor
Anunciar sus días
Alegrar sus tardes
Arrullar sus noches
Pero, Señor, ya no oigo su paso firme
Antiguamente bebían en él
Los hombres y las bestias sin disputa
Y los niños, sin temor a los gérmenes jugaban
La candidez de ellos era tan sagrada como sus aguas
De los árboles, sin temor a las caídas se colgaban
Más de uno, por puro instinto aprendió a nadar con premura
Y juntos se solazaban sin más deseo en el momento
Pero, Señor, ya no oigo reír a los niños
Los jóvenes sabían de trabajos y fatigas
Y buscaban renovarse en sus orillas
Los amoríos nacían con las flores
y los amantes en la superficie de su espejo
se reflejaban al besarse
Quizás a algún artista
arrobado ante tanta belleza
Le hablaron las ondinas al oído
Y así, sus versos les dio forma
Otros habría
que rebosando de ingenio la cabeza
su ribera recorrieron poniendo en orden sus ideas
como futuros médicos e inventores
fluyeron por el mundo
como un ramificaciones de ese río
llevando conocimiento y arte en su camino
Pero, Señor, ya no oigo cantar a los jóvenes
Los ancianos, orgullosos de sus arrugas y sus callos
Habrían interpretado su flujo llegado de otras tierras
Y, recostados en un troco esas historias
A los más jóvenes contaban
Su sabiduría eran fértil como la vida
Que ese río irrigaba a su paso
Y toda la gente respetuosa escuchaba
Porque de esas historias aprendían
Y así mismo sus propia historia fluía
grabadas en las moléculas del agua
incesante, siempre continua
Pero, Señor, ya no oigo recordar a los viejos
El río ha enfermado
En algún momento su superficie fue enturbiada
Y como sangre comenzó a llevar lodo
Arrastrando pena y podredumbre
En su verde tapiz quedó la basura enmarañada
¿Puede tener edad un río y ser tan vulnerable
Al grado de perder su pureza, su vigor y su memoria?
Es como nosotros o es que lo hemos vuelto
Así de sucios y caducos?
¿Tanto, tanto hemos cambiado, Señor
Que nuestras vidas, como ese río
Su vergüenza ni aún la noche
Es capaz de ocultarla?
¿Podré, alguna vez. Señor
Volver a oír el río?