Pasa tus manos
de seda
a mi desnudez -acaríciame
que estoy desnudo-;
bésame encabritadamente, en celo,
dándome placer;
ve bajando hasta el árbol
de la vida -erguido es,
frondoso,el bosque-;
tus dedos
deslizando la tela de la rama
-sorosado capullo asoma-;
apuña la sonrisa vertical,
muérdela suavemente
entre los labios rojos del amor.
Móntame a horcajadas.
Entrame en el vaso hondo
de tu rosa entreabierta y colorada.
Galopa...,amada mía.
Siento la lluvia-surtidor
a punto de caer
en la taza de tu vagina.
Nos fundimos en una sola vida,
tu cuerpo jadea...,
haciéndome el amor
(Salvador)