Nadie quiere morirse, no;
por más que lo aseguren
las aseguradoras y fallen
los discos de freno de los coches.
Por más que lo digan
cuatro bandarras con el pelo
hasta los suelos, y se cuelguen
de la parra, los cantautores de medio
sueldo.
Ni de amor ni de desesperanza, quiere
la gente morirse, vea usted.
Ni de gloria, ni de un pinchazo
en el pie de la gota.
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