Sirviéndome, mis lágrimas, de tinta
escribo este poema agonizando
siguiendo, a duras penas, respirando
el alma que me envuelve casi extinta.
Un árido soneto esboza y pinta
con letras que, tu adiós, me va forjando;
desértico y caduco, marchitando,
a todo lo que encierra y que precinta.
Camino por la herrumbre de tu yermo,
feroz, apocalíptico y baldío,
alzado en la tormenta de mi histeria.
Sonámbulo, sin ti, jamás ya duermo
y estéril, mi dolor, me ataca frío
dejándome tus lodos de miseria.