Caminábamos, entrelazadas nuestras manos
bajo la tenue música del mar al juntarse con el río
y más allá donde nuestros ojos se encontraron
la luna al vernos, reía con placido alivio.
Nos asimos al amar abriendo nuestros afectos
viviendo cada instante con un beso cándido
despertando la pasión con los sonidos perfectos
que elevaban el placer de amarnos y abrazarnos.
Tu mirada desnudaba en mí todo aquello
que el tiempo y el destino en mi interior quemaron
te dejé profundizar mi alma por entero
y en un instante los deseos afloraron.
La luna ruborizada tapo sus ojos con un velo
y nos entregó la noche con un céfiro tibio
más una balada para amores de fuego
que se amaban en un nido colorido y pispo.
Intensa fue la noche de amarnos sin amarnos
tus ojos y mis ojos jamás se encontraron.
Yamila.