La hora más dura
es en la que dueles ausente
dentro de mis venas,
haciéndome llanto.
La hora más dura es esta.
No es mía porque
si lo fuera la abandonaría.
Sé que es tuya porque
no la quiero abandonar.
La hora más dura es perfecta
porque se pinta tu rostro
con sales en mi cara.
La hora perfecta ya no está,
sólo hay ausencia,
dolor y consecuencias
de la indiferencia
mía aquellas noches en tu cama.
Y se me van desvaneciendo
todas las horas
estés o no estés,
me duelas o no.
Porque nada me duras
entre mis vacíos dedos
y nada me pesas
dormido sobre mi pecho.