Cayeron las miradas en la nada,
una lágrima en el charco,
una onda floreada
como una rosa traviesa.
qué poco te he oído,
qué poco te he visto.
llena de luna, llorando.
Sin querer, me reflejo en el charco, dormido y enfangado.
Sin querer, me viste reflejado,
jugando en el charco.
En la hondura de las miradas
los corazones rebosan perezas con sabor a tierra.
En tus ojos hay esplendor de vida, hay nobleza y alegría.