Kinmaya

Alma desnuda

Que sucede cuando todo lo ves oscuro, cuando tus ojos se quedan quietos, cuando no quieres ver nada de lo que estas mirando. Nada. No sucede nada. El destino se esconde detrás del miedo. Hasta que el velo de la conciencia se agite, y tu espíritu estalle por el dolor.

El sentimiento que duele aprieta los párpados. Ellos caen densos y se ponen de piedra. El mundo yace solitario y nada parece moverse, mientras la pesadilla desciende desde el cielo, hasta tocar el fondo de la tierra, justo debajo de nuestros pies, para que puedas darte cuenta de que todo es real.

Las señales son inconfundibles. Es el vacío que precede al llanto...pero sin lágrimas. No existe duda alguna, inmerso estas en una maldita y furiosa tempestad de emociones, pero tú, no puedes mover un solo músculo de tu atribulado cuerpo. El ansia se instala en tu piel.

El ánimo, te arrastra atribulado, se llena de preguntas imprecisas, sin edad, ni tiempo. El abandono se lleva la esperanza hacia el fondo de tu ser y se pierde. Cada vez es más incierto que nunca.

Los latidos viajan con tu sombra hasta caer la misma noche. Al final, solo miras tu mueca en la inmensidad de lo inexplicable, detrás de un inútil espejo.

Mi sombra vacía termina escondida detrás de las penumbras que todo lo alcanzan, junto algún inoportuno insomnio que entretiene a mi mente.

Mientras, me arranco la piel, para dejar desnuda mi alma, y así, poder recorrer otros lejanos mundos; quizás, mucho más justos, que el que caminó mi cuerpo en el día de hoy.