Debo seguir adelante
aunque todos se vuelvan
con sus pasos cobardes
al lugar d partida.
Debo seguir tras la meta que lejos intuyo
tras la bruma borrosa y distante,
do lo alto se ve desafiante,
donde el cielo se une a la tierra
en un beso postrero.
Debo seguir, es mi sino,
demostrar que se llega al oriente
rodeando sendero contrario,
demostrar que lo alto y lo bajo
y lo ancho y lo estrecho
son las partes de un todo,
que en las manos de un Dios trascendente
cobra vida, sentido y propósito.
Y a pesar de mis luchas...
debo seguir, pues ya veo,
que al final de una vida
inspirada en el Dios de la Gracia,
hay respuestas...
Y que brilla una luz refrescante
que me envuelve en amor, y que entonces
ya sabré que me espera un regazo
do podré reclinar mi cabeza,
y sentir que por fin he llegado
a la meta,
a mi casa,
al lugar do las almas se funden
con el Dios bondadoso y eterno.
R. Gruger / 1989