Me despedí en la esquina con la mano,
del marchante y efímero solsticio
y al retornar platicando con el viento,
nos encontramos pesarosos con la tarde
tirada en el suelo ¡muerta!
Retornaban las bandadas bullangueras
de encopetadas torcazas pardo-negras,
se escurrían los almíbares salobres
de picoteadas aceitunas.
Hoy las eras, mansas columpian sin cesar
dormidas horas, abanican las palmeras el paisaje
ahora barridos por estambres,
mientras besa el camino a la distancia
y se cruzan sus miradas las estrellas.
Bolívar Delgado Arce