Envejecer tiene sus privilegios, como el arte, como un regalo, como ese don que la vida nos otorga.
Los años nos recuerdan donde han estado las sonrisas y las lágrimas.
Las arrugas son el más sincero y hermoso reflejo de la edad narrada hasta aquí.
Cada año cumplido llevan las razones de la memoria con los motivos de atesorar cada día que ha pasado a lo largo del tiempo.
Entre la niñez y la vejez hay solo un instante llamado existencia.
No te lamentes de envejecer, la subsistencia es un regalo divino que no todos tenemos el privilegio de disfrutar.
Porque cada año que ha transcurrido es el tesoro vivo hacia la madurez que hemos adquirido, por esa sencilla razón de la cual muchas veces no nos damos cuenta.
Envejecer tiene el más bello sentido, de reír, de llorar.
De eso se trata, de transitar y llenarte de todas las emociones para seguir construyendo tu historia.
Como un estado de magnificencia de estar vivos, ese es el episodio de la historia más gratificante entre tu corazón y la memoria.
Y ahí están atrapados todos los recuerdos, como si fuera un libro sin fin, que nunca podremos terminar de leer.
Porque el mejor atuendo que llevamos puesto como actores de esta película, es la gratitud de poder vernos vivos todos los días…