José Luis

ELEGÍA A LA NIÑA CIEGA .

Reguero de luz

cayó en el foso,

de una mirada

de verdes ojos.

 

¡La luz se fue,

envuelta en rojo!

 

La niña se quedó sola

junto al calor de unas brasas,

junto a la luz que se iba

por unas calles amargas.

 

¡La luz se fue,

se escapó el alma!

 

Sus dedos finos,

de piel muy blanca,

se deslizaban

por su ventana,

llamando al día,

que terminaba.

 

Verdes tienes tus ojos,

que miran y no ven nada,

¡qué pena mes das mi niña!

ni siquiera ven tu cara,

que tu espejo mira y calla,

y llora sin decir nada.

¡Qué pena me das mi niña,

mirando por tu ventana!

 

Tus ojos miran

noche cerrada,

la luz se muere,

se muere el alba.

 

¡Ay! mi niña de mis sueños,

en esa noche callada,

en esa noche infinita

sin luz, como fuente sin agua.

 

No podías ver el lago,

que la luna plateaba,

con nenúfares dormidos,

y cisnes de plumas blancas.

 

¡Ay mi niña! de ojos verdes,

de pupilas dilatadas.

¡Me das pena, mucha pena,

de que no puedas ver nada!