No estoy lista para la muerte,
ni para sus ciclos carcelarios
de encerrarme en un querer permanente,
para amores temporarios.
La incertidumbre posmoderna,
y el cambio que no se detendrá:
ha venido un amigo
y otro se irá.
No quiero cada cinco años la tempestad
el que vino y el que se va,
quisiera la seguridad de la eternidad.