Yo nací una vez, un día
del año cuarenta y cinco
era jueves y de un brinco
correteé por Güinía.
En el campo yo crecía,
aprendí buenos modales
entre el monte y cafetales
junto al Escambray profundo
para enfrentar este mundo
bajo reglas paternales.
Y quince lustros después,
tantos años he cargado
que mi espalda se ha doblado
mirando el mundo al revés.
No hay molestias en mis pies
a pesar del tiempo adverso
todo lo veo en mi verso
que asoma al amanecer
y me encadena al placer
de abrir mi alma al universo.
Llega el domingo mi día
marcado en el calendario
no brindaré en solitario
aquí está la esposa mía.
Ella me trae alegría
en estado confinado
y puedo dejar de lado
ataques de soledad
para otra realidad
cuando estás acompañado.
Para festejar el día
de dolores no me aquejo
me alivia el bourbom añejo
que me queda todavía.
No tengo cerveza fría
ese brindis no me vale
solo quiero lo que sale
del pequeño hornito aquel:
el pollo asado, pastel
de nueces, almendra y miel.
5 de abril de 2020