—He escuchado una y mil veces que las cosas pasan por algo, que la vida es así, volveré a sonreír, que el dolor pasará.
No acepto que ya no estés conmigo que dejaste tu morada y no saber dónde encontrarte, rehusó a quedarme con tanto amor en mí corazón, con los brazos vacíos.
Ya no sé sí es día o es noche, puedo ver el reloj de arena encina del velador, el tapa sol en la ventana, el calendario pegado a la pared ver las tachadas encasillada cada día de color celeste, esperando tu llegada, pude contar veintidós semanas, ciento cincuenta y cuatro días que te he sentido tan mio; pude volver a ser feliz contando cada tachada celeste con la misma ilusión, pero con otra realidad, aún así no sé cuantas lunas han pasado desde tú partida.
He gritado tu nombre con la esperanza de que todo sea un mal sueño, una maldita pesadilla, he gritado tu nombre hasta quedarme dormida, o simplemente me he quedado en el silenció. Con ese sabor amargo que tiene la vida en empeñarse que no tienes derecho de ser feliz.
—Que soy egoísta me gritan, que te dejé partir; por ahora no quiero, no acepto. Dios me perdonará algún día... por hacer demorar tu llegada.
Arrullare el silencio, con susurros calidos. Duerme mí amor, duerme descansa en mis brazos junto a mí corazón, muy junto a mí. Es el único momento que puedo escuchar tus latidos, sentir tu calor hasta percibir tu olor.
Pronto ya tendré que despertar, te daré un último beso antes de abrir mis ojos y ver nuevamente mis brazos vacíos la colchita celeste a medio tejer en la silla, la pared blanca sin rayones de crayones de colores, los cuentos que nunca podrás oírlos junto con mí alma rota.
Chocolatitoarmg
31/08/2020