Andando por el filo de un alambre
el miedo que soporto me atenaza,
un monstruo que me torna su carnaza
y viste con mis garras y pelambre.
Convierte mi valor en un enjambre
de todo lo que, así, me despedaza
al tiempo que le ruge a mi coraza
haciéndome saber que tiene hambre.
Sus dientes corresponden a una fiera,
la misma en que unas fauces evidencio
iguales a las propias que denoto.
Me agitan de diabólica manera
y siendo yo la bestia penitencio
sumido en mi desgracia triste y roto.