angelillo201

  Acosado , érase la guerra entre pobres.

 

La bandera roja.

 

En el año 2006 compré una bandera comunista en el Viña rock que ondeé en el poste de la luz de mi casa durantes unos días. Lo hice  como un recuerdo  del festival. Mis amigos de clase trabajadora con los que había ido al festival, que podría calificar de izquierda consumista, o izquierda punky sin mucha ideología, moderadamente viciosos sin llegar al riesgo para la salud, o al rechazo social, y prácticamente analfabetos políticos,  pasaron esos días por casa. Recordamos el festival celebrado el 1 de mayo. Un evento como la gente, cargado  de banderas comunistas,  camisas del che por doquier, tolerancia, respeto,  con los que no solo se  vestían  los moradores de tiendas de campaña nómadas por una semana, sino que lo practicaron con la conciencia más descafeinada  del mundo hacia la jornada histórica del 1 de mayo. Donde  nadie  se preocupó por las condiciones de los jornaleros de la vendimia de Villa Robledo.. No imaginaba que ese trapo rojo con la hoz y el martillo que serviría también  para salir a la plaza de toros y torear ,iba a ser el origen de los acontecimiento de los que ayer ante la guardia civil de Vall d´Uixó  fui a denunciar una embestida de mi vecina y su pareja en plena calle. El 31 de agosto del 2020 a las cinco de la tarde, me había quedado sin agua, ya que carezco de agua corriente en casa, como el resto de mis vecinos. Enganché mis  perros de trineo y fuimos a por 30 litros de la fuente pública que queda a unos 200 metros de mi casa cuesta abajo . Desde hace mucho tiempo lo hago con miedo de encontrarme con mi vecina,  miedo de que el ayuntamiento de la Vall  hiciera como paso  en otras localidades la llosa, Nules…que cortaron las fuente publicas durante la cuarentena. Si esto pasara perdería el cordón umbilical con la higiene. En el momento en que el ayuntamiento cerrara el grifo , mis ropas, la casa, se cubrirá de inmundicia y mi huerta se iría a pique. Es cierto que recojo agua de las lluvias. Puedo almacenar hasta 12.000 litros. El agua no es potable, ya que no tengo medios de desinfectarla, y realizar las reparaciones que necesita el aljibe. En verano he gastado  cerca de 200 litros diarios, sobre todo por la huerta que me provee de hortalizas. Ahora solo se ve un charco oscuro sin apenas agua cuando levantó la tapa. No llueve por el cambio climático, ,  vivimos en una pandemia, no hay trabajo,  no llegan las ayudas sociales por la burocratización. Todo esto que es grave pensaba que estaba  pasando, cuando  el coche de mi vecina subía la cuesta. Para mi un hecho grave. Era la guerra de los pobres contra los pobres. Sin honor, sin medallas, espantosa, ridícula. Sin vencedor. Al verme no dijo nada. La vi sonreír. Y sabia lo que iba a pasar. Los  peores pronósticos poblaron mi cabeza, y sobretodo un sentimiento de culpa por haberme dejado el móvil en casa por miedo a que se mojara en la fuente. Si perdía el móvil no podría comprar otro, y estaría incomunicado con el mundo.  ahora estaba aislado  en un paraje solitario a merced de mis acosadores que me violentarían.. Atrapado en la fuente vi como tras subir la cuesta, ya  bajaban. Había cargado a alguien para ayudarla. Iba ella y el rumano, su pareja. Sin parar la furgoneta no me hicieron caso al pasar por mi lado.  No era el momento que esperaban. Dieron  una vuelta por el solar que hay a unos 300 metros esperando a que moviera el trineo por la cuesta y saliera a la carretera.  Se metieron tras unas casas en construcción con el morro de la furgoneta observando donde estaba. Cuando llené las garrafas y di orden a los perros de que tiraran por el camino que conocían de sobra, la furgoneta arrancó. Noté su motor acercándose hacia mi cada vez más rápido,  cuando estuvo a mi altura la furgoneta nos embistió, quedo a dos palmos de mi cuerpo y de  mis perros que buscaban al suyo que ladraba contra los míos. Tuve que hacer un gran esfuerzo para que mis perros asustados, no se metieran dentro de la furgoneta. Él   me estaba grabando riendo, satisfecho de dar rienda suelta a su extraña venganza. Una situación de provocar angustia, problemas , vergüenza a otro ser humano y así mismos les provocaba satisfacción. A veces los monstruos no son esa gente que nos domina. Basta cualquier persona que haya renunciado a su humanidad, esto ocurre cuando se le pierde el respeto a alguien- No decían absolutamente nada ,  porque la grabación no le serviría de prueba. Su objetivo sería presentar a la policía una caso de maltrato animal. Aunque lo estaba haciendo muy mal , imagino, solo grababan la bochornosa escena de mi trineo desbocado. Tiré con todas mis fuerzas de mis perros para sacarlos de la ventana bajada donde estaba el rumano a dos dedos de los dientes de mis perros que buscaban a su perro snupy que no paraba de ladrar. Snupy es el perro que tiran a los míos cuando paso por su casa  para que le muerdan. El objetivo es  poder justificar  que mis perros son peligrosos. Hace varios años decía a todo el mundo que mis perros habían mordido al suyo y que había que sacrificarlos por ser peligrosos. Cosa que es mentira que mordieran a su snnupy, como decir a mis vecinos que yo les rallo los coches.  Afortunadamente nadie le hace caso porque la conocen. Es difícil esconder una personalidad que dice tantas mentiras sobre la gente como la suya. Lo único que consiguen es  causar un profundo dolor el ver tanto odio y tanta maldad  en gente  que vive en una condiciones de miseria y de exclusión social como las mías. Aquí nadie prácticamente les habla.  Ella no trabaja en nada, recoge charrata, y varias veces la he visto sentada  en servicios sociales para solicitar prestaciones. Allí no me dice nada. Los dos  hemos estados sentados en el mismo lugar donde se atiende a los miserables, sufriendo circunstancias parecidas,  en un estado de enfrentamiento,  sin hablarnos. Nadie que nos viera pensaría el grado de hostilidad que tiene hacia mi. En servicios sociales  esperamos  a que nos lleve del brazo la misma asistenta social, porque es la  misma asistenta la de  zona al ser vecinos. Nos conduce a su despacho con la típica frase para tranquilizar al desgraciado del banquillo de los miserables que espera su socorro humanitario como un inválido, y en cuya palabras si se analizan se esconde la autoridad que genera la desigualdad:

Venga, que te llevo al despacho.

A él, a su pareja, un  rumano que tiene  todos los problemas de ser inmigrante. Por lo que parece carecer de formación, hasta de carnet de conducir en un pueblo donde no tener coche es estar encerrado. Le he visto junto a mi en la fila donde se hacen las  entrevistas donde para entrar en escuelas taller y tener un año de trabajo y algún certificado de profesionalidad.

La miseria que vivimos es tan grande que duermo en el mismo colchón que dormía ella y él. Pues cuando se cambiaron  de colchón se lo dio a unas vecinas con las que tengo amistad. A ellas les va bien la vida, así que no lo necesitaban un colchón usado porque ambas están bien colocadas, pero pensaron que me vendría bien a mí, y así fue. Así que duermo en el colchón donde mis acosadores dormían y hacían el amor.  Esta es la gente que me ha declarado la guerra. Primero buscando que sacrificaran a mis porque son peligrosos según ellos,  ahora me insultan y me provocan a la pelea diciendo que los maltrato. Les molestan  porque  que son mis muletas. Me ayudan a llevar mi cruz. Agua, leña, soledad. Cuesta comprobar tanta maldad en la gente, y encima entre los más desgraciados matándose entre si.  El odio de los miserables es el peor, el que más ciega, el  más inhumano. Yo sentía lastima de ellos mientras era humillado, porque estaba asistiendo a la más miserable representación de la condición humana. En eso me había convertido yo, que un día tuve hasta oportunidad de ser psicólogo, pues era la carrera que empecé a estudiar. Ahora iba con un carro con una perros, estaba en espera de la sentencia de un juicio con seis años de prisión por mis publicaciones por Internet. Era constantemente violentado por mis vecinos. Una guerra total que me estaba consumiendo en todos los frente de la miseria donde parecía no terminar nunca de bajar. Cada día era más oscuro, más miserable, nuevas humillaciones. Una cadena de horrores sin fin. Y la vida normal, la felicidad, estaba cada vez más lejos. Luchar contra el odio que me inoculaban. No desear la destrucción de la gente por un virus que matara a todos mis semejantes . Mantener unos principios morales. Lucho  todos los días para no acabar en el vicio, para mantener el cuerpo y la razón sanas. Pero el corazón noto como se me fatigaba. Las ganas de vivir, de salir de esta situación que se me tragaba. Allí estaban unos desconocidos empujándome hacia la ley, hacia la persecución de la policía, arrojándome el inmundo delito de maltrato animal. Me veía así en medio de la acción que se estaba llevando a cabo, y  viendo como me grababan. Supongo que el vídeo que me hicieron para tratarme de maltratador de animales lo habrán publicado. Se escuchara como al furgoneta viene hacia mi, nos embiste y los dientes de mis perros. Luego se me vera dando yo tal tirón de las cadenas de los perros  donde saqué de cuajo el manillar, y los perros huyeron  desbocados unos metros  camino  arriba con el trineo, las garrafas volcaron y el eje trineo se levantó. La furgoneta con el motor encendido permanecía quieta grabando. Se escuchaban la risa de ellos alegrándose  mi impotencia. Yo permanecía en silencio a unos metros de la furgoneta detenida. El ronroneo del motor que era lo único que se escuchaba una vez tranquilice a mis perros y ellos al suyo. Desenganché a los perros muy estresados y los amarré a un poste de madera de una vayas de jardín rotas y medio podridas  intentado arreglar el trineo, pero no podía. Me sentía humillado siendo grabado en esa situación. sentía una profunda pena, tenía ganas de llorar por tal grado de maldad que hay en las personas , pero no podía.

¿ a dónde se había llegado en este lugar el desprecio, la falta de compasión, de? Entonces  le escuché a él hablar. Levante la cabeza y le vi, no se si estaba comentando  el vídeo, o estaba llamando a la policía, decía con su mal acento castellano, con ese timbre cansado que tienen los eslavos:

maltrato animal, maltrato animal.

Estuvimos así por lo menos más de cinco minutos. Ellos se fueron antes,  yo estaba detenido intentando recomponer el desorden. Cuando volví a poner todo en su sitio arranque contemplando la casa cerrada que había en la curva. Se trata de una mole de ladrillos sin lucir, sin agua ni luz, tapiada, donde vive  un tipo  allí encerrado casi todo el día , desconectado del mundo. En una ocasión lo encontraron desmayado por hambre en la calle y lo llevaron a un hospital. Su propia familia no quería saber nada de él. Unas casas más arriba estaba la casa de una familia  que habían sembrado de terror las casas de sus vecinos. Amenazas de muerte, robos, acoso. Donde yo vivo el vecino de enfrente ha sido denunciado por amenazas por los de arriba que son como él. Detrás de estos, esta la casa del albañil que hizo mi casa hace 40 años. Tiene unos 80 años, esposa y cuatro hijos que viven encerrada toda la familia.  Si les das los buenos días en la calle se asustan y se meten en casa corriendo. Se vinieron a vivir de forma definitiva a este poblado en una montaña, ya tenían su residencia en el barrio que tenemos abajo del nuestro, San Antonio,  y la caseta era para el mes de agosto. Hasta que se instalaron unos  nuevos vecinos  de un etnia  y empezaron a molestarles. Aterrorizados de que hasta mearan en su puerta abandonaron la casa y se han encerrado aquí. Hay una guerra desatada entre pobres por todas parte. Aquí en San Antonio prácticamente todos sufrimos una forma de  acosos y otros son acosadores. Sin embargo como me dijo a mi  ayer la guardia civil, yo soy tan culpable como la gente que denuncio por acoso.

 

 

 

Ángel Blasco.