Una llama arde
lentamente
encendiendo
otras llamas
quizá, no sea frecuente
cuando un amor se apaga.
Que comience de repente
una magistral llamada
que encoleriza a los dioses
que silencie a todo ser
que lo alumbraba.
Cierra al fin los párpados
la insomne noche
que no sabe de sueños
solo de realidades
que agitaron esas llamas
y que murieron de pie
esa misma tarde.