Siglos y siglos atrás
La palabra estaba enterrada
La corteza de los troncos eran costillas
Cada costilla el anillo de un hombre
Los dedos del hombre se transformaban en niebla
Al pasar la niebla el cerrojo las serpientes se escapaban
De la trampa digestiva de las serpientes saltaban mariposas
Las mariposas chocaban tan fuerte con los monos que estos chillaban y amanecía
Provocados los colores del amanecer los frutos se alborotaban las cabelleras
De las ondulantes cabelleras de las naranjas brotaban riachuelos de flores
Las flores festejaban al sol tejiendo las pezuñas y el dorso de los caballos
Galopando con las manos en los bolsillos los caballos caían dentro de sus miradas
En los cráteres de las miradas de los caballos pululaba la glotonería del polvo
Las escobas de mar lanzaban olas de polvo hacia las rocas
A las rocas se les acaba la tinta sobre las espaldas de los durmientes
Que con sus lenguas despiertan lamiendo la tinta del deseo.