A veces despierto por las noches y salgo corriendo detrás de un sueño,
Después despierto apenado conmigo y veo que de nueva cuenta mi almohada mintió y trata de consolar mis pesadillas con aquellas gotas de recuerdo que ruedan cuando escucho tu canción y vuelvo a escribir el poema del adiós.
Fueron tantas las palabras que se llevo la tarde, como hojas secas antes de la lluvia, los besos rodaron por tu cara presurosas y no lograste contener mis lágrimas, ni entendiste la forma de sujetar tus prisas. No quería que te fueras, sabía que podíamos superarlo: al pasar la tormenta volvería a salir el sol.
Pero ¡no!, tú tenías prisas de llegar a tu fatalidad, el olvido te abrió los brazos,
Tú te entregaste sonriendo y agitando tu mano y el corazón en calma,
Quizá pensabas volver, al dejar más de tres caricias inconclusas y el vaso de vino sobre la mesa, parecía decir ESPERAME, volveré…a terminar la tarde.
¿Pensaste, que, si te ibas, el cielo se iba a caer sobre mis sueños?
No, mi niña, mi cielo es mucho más grande que tu vanidad,
Tengo muchas estrellas y dos lunas guardadas en mi cuaderno,
Aunque te diré que las noches oscuras desatan mis demonios.
Muy cierto que a veces mi cielo se llena de nubarrones oscuros.
Pero viene la lluvia y lava mis fracasos y hace brotar mis violetas;
Por las noches no me preocupo, porque las vivo encerrado en una canción
Y por la mañana canto los primeros versos que me da el amanecer.
Conocerte no fue lo que tu orgullo sugiere y te hizo presumir tus alas,
Mi vuelo es más alto y mi canto gratuito, no lo cambio por un beso.
Esa noche fui yo mismo quien emborracho a cupido y escondió su arco,
Por eso fue que te regalo un clavel en lugar de su flechazo tradicional.
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO