Querido Kevin,
¿Cómo estás? Espero que bien, aunque me agobia pensar en el inicio de mes, pues tu salud discrepa y tus migrañas empeoran. Yo estoy bien, sé que no te he escrito ni la mitad de lo que antes, pero quiero que sepas que se debe a mis acumulados pensamientos y perturbaciones que han oscilado en estos días.
Como ya sabes, cada palabra mía es burda pero lo son más cuando estoy contigo, no porque provoques inmadurez sino porque no hay otra cosa ni ninguna otra persona en mi vida que me deje tan sin palabras como tú, por esto no me queda más que decir cosa y media para no quedar como una desinteresada mujer de a medio vivir. Está de más decir cuánto te quiero y qué tan importante eres para mi, me haces muy feliz, muy libre y muy grande. Me encanta verte tan lleno de divinidad, disfrazado de virilidad, me ensordeces, me salvas, me tienes.
Quisiera saber por qué se me complica tanto el corazón si contigo me siento tan liviana, tampoco sé hasta qué punto me quieres llevar, si al borde la muerte, de la locura o de la nada, aún así sigo andando con los ojos bien cerrados y mi alma floreada ¿qué más da si pierdo?,¿qué más da si me pierdo?. Me gusta estar a tu lado sin garantías ni condiciones, con mi cuerpo y aún más con mi boca ¿y a ti?.
Siempre tuya,
Valentina.