Oyéndote esa voz con la que sueño
palpitan mis oídos encantados
y acordes me susurras delicados
en busca de rubores en mi ceño.
Reduces mi pudor a un ser pequeño
con timbres que pronuncias mesurados
pausando, tras silencios adecuados,
tus labios del carácter más risueño.
Me ciega de placer lo que te escucho,
un íntimo compás que abraza y guía
a todo mi disfrute en su invidencia.
A oscuras, tu dicción, me gusta mucho
y envuelto por su ritmo y melodía
aplaudo a tu garganta y su cadencia.