El brumoso silencio de la noche,
con su hechicera calma,
en sus brazos acarició mis sueños
de sonrisas y lágrimas.
Un halo de luz inundó mi mente
con sus fuegos y llamas,
y en el sigilo azul de la noche
al país de las hadas
me llevó entre dulces melodías que
ruborizaron mi alma
con el aroma rojo carmesí
de su voz embrujada.
En el suave despertar de la aurora,
con el fulgor del alba,
el canto de la alondra
disolvió el elixir de su magia.
Aromas de nostalgia